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La revista Retail Actual publica en su número de diciembre 2022) un artículo donde María Martínez-Herrera, responsable de Nutrición y Seguridad Alimentaria de ASEDAS, explica el proceso de reformulación de alimentos llevado a cabo en marco de la estrategia Naos y la importancia de otros signos definitorios del formato supermercado para adquirir hábitos de vida saludables.

La preocupación de la sociedad por la salud no ha dejado de crecer en los últimos años. Los problemas que puede acarrear el sedentarismo y las dietas desequilibradas son múltiples y, por tanto, las soluciones son complejas y multisectoriales. Entre ellas, la nutrición es un vector más a tener en cuenta y el formato de supermercado juega un papel muy importante ya que la compra de proximidad es una herramienta básica para adquirir una dieta adaptada a las necesidades de cada grupo de consumo.

Como respuesta a la preocupación de los consumidores por comer mejor, y dentro del compromiso del sector de la distribución alimentaria con la sociedad, ASEDAS suscribió en su día el Plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de Alimentos y Bebidas impulsado por la AESAN, Agencia Española de Seguridad alimentaria y Nutrición, en el marco de la Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad de la AESAN, NAOS.

En este contexto, las empresas de la organización reformularon alrededor de 2.000 referencias dentro de 13 grupos de alimentos y 57 categorías. Contando con que muchas de las referencias del total ya cumplían con los objetivos de azúcar, sal y grasa saturada marcados en el Plan de Reformulación, en la actualidad más del 50% de los productos que se ofrecen a los consumidores cumplen ahora con los valores objetivos.

El proceso para alcanzar esta amplia reformulación se desarrolló en tres pasos:

  • Identificación de las gamas de productos en las que era prioritario actuar, muchos de ellos de consumo más habitual por adolescentes y niños. A la hora de evaluar un alimento, se han tenido en cuenta cuestiones como las grasas que incluían o definir podían tener menos azúcar o sal. En este proceso, se detectaron algunos productos que, en principio, no estaban en los convenios, pero en las que se ha considerado conveniente intervenir.
  • Eliminación de manera paulatina alrededor de un 10% del contenido de azúcar, sal y grasas saturadas en dichos alimentos, para cumplir con los objetivos del Plan de Reformulación. Así, el consumidor apenas ha percibido cambios en el gusto o en la textura en sus marcas habituales. En este sentido, la información nutricional que se ofrece a través del etiquetado es una herramienta fundamental que está en continuo proceso de mejora.
  • Información y acompañamiento a los proveedores que, por su tamaño u otras circunstancias no habían firmado los convenios, para apoyarles en el proceso de reformulación de sus productos. Éste ha sido quizá el punto más complejo ante la variedad de las empresas implicadas tanto en cuanto a tamaño como a sector de actividad. Otro escollo que ha sido necesario sortear tiene que ver con los cambios en los criterios de formulación que han sufrido algunos productos y que ha sido necesario implementar y transmitir a los proveedores.

Aunque el periodo fijado inicialmente en el Plan de Reformulación ha concluido, el proceso sigue vivo. Desde la escucha activa al consumidor y desde la responsabilidad social que aplica el supermercado, la adaptación de la composición de los alimentos es una constante. El criterio es ofrecer el aporte nutricional que requiere un estilo de vida saludable y adecuado a las necesidades de cada grupo de consumo en función de los parámetros que marcan organismos nacionales e internacionales.

Composición de los alimentos… y mucho más

Además, hay que tener en cuenta que esta acción importante sobre la formulación de los alimentos elaborados es solo una parte de la contribución del supermercado de proximidad a la salud en términos amplios. Este formato concentra varios elementos que ayudan a los consumidores a adquirir unos hábitos de vida saludables. Quizá el principal es la disponibilidad de tener un establecimiento muy cercano donde, en un solo acto de compra, acceder a un surtido amplio, variado, seguro y a precios competitivos para diseñar una dieta a medida de las necesidades de cada familia.

Lo que podemos llamar “la proximidad accesible” supone que los consumidores, vivan donde vivan, tienen garantizado el acceso a productos de alimentación de todo tipo. Esto es algo que para el consumidor español puede ser evidente, pero no es la realidad en algunos países desarrollados, en los que aún existen desiertos alimentarios que obligan a recorrer grandes distancias para abastecerse, por ejemplo, de alimentación fresca. Además, la importancia en España de las secciones de productos frescos en todos los supermercados, que son un elemento de diferenciación y competitividad entre cadenas, es otro de los pilares de una alimentación saludable.