La integración del supermercado en las zonas de bajas emisiones de las ciudades

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Reproducimos a continuación el artículo de la responsable de medioambiente de ASEDAS, María Martínez-Herrera, publicado por FoodRetail, que se puede ver en su versión original AQUÍ.

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son el ámbito delimitado por una Administración Pública, generalmente ayuntamientos, en el que se aplican restricciones de acceso, circulación y estacionamiento de vehículos para mejorar la calidad del aire y mitigar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

La Ley 7/2021 sobre de Cambio Climático y Transición Energética recoge que antes de 2023 todos los municipios de más de 50.000 habitantes (20.000 si la calidad del aire lo requiere) deberán tener planes de movilidad urbana sostenible coherentes con los Planes de Calidad del Aire recogidos en el RD 102/2011. Uno de los instrumentos con los que se cuenta es, precisamente, el establecimiento de Zonas de Bajas Emisiones. Relacionado con ello, la Ley establece objetivos destinados al fomento de una movilidad sostenible.

En este marco legislativo, cabe preguntarse cuál es el papel del comercio y, en concreto, de la distribución alimentaria y cómo se integra ésta en las ZBE. El supermercado de proximidad está en posición de contribuir a alcanzar los objetivos que se buscan con la ley sobre clima y movilidad y, de hecho, puede ser considerado una herramienta con la que los ayuntamientos cuentan para avanzar hacia una movilidad sostenible en el centro de las ciudades y en los barrios. Ya sea dentro de los ZBE como en otras zonas no incluidas en esta denominación, el supermercado posibilita a los ciudadanos un acceso sostenible a la alimentación.

En relación con los objetivos de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, influye en los siguientes aspectos:

  • Facilitar desplazamientos a pie u otros medios de transporte activo: El 89,7 por ciento de los clientes de los supermercados acuden a las tiendas a pie o en bicicleta y lo hacen en una cantidad mayor (10 puntos) que una década antes, según el informe “La distribución comercial en la movilidad sostenible” del Institut Cerdà. Esto es posible debido a la gran capilaridad del supermercado de proximidad, ya que se calcula que la gran mayoría de consumidores tiene una tienda donde hacer su compra completa a menos de 15 minutos. De los algo más de 2.600 millones de actos de compra en formato supermercado al año, unos 2.400 millones se realizaron con emisiones cero en lo referente al desplazamiento.

 

  • Mejora y uso del transporte público: Mientras que el coche aparece en claro descenso como modo para hacer la compra de alimentación (lo utilizan un 7 por ciento de los consumidores frente al 14,9 por ciento del periodo anterior), se observa una valoración del transporte público (el 3,2 por ciento frente al 5,8 de diez años antes), según el estudio mencionado. El transporte público es la opción que se utiliza para realizar un total de 242 millones de desplazamientos de compra, es decir, 10 desplazamientos en transporte público por tienda y día.

 

  • Fomento del uso de medios de transporte eléctrico privado: El artículo IV de la Ley establece que antes del 1 de enero de 2023 todos los edificios de uso distinto al residencial privado que cuenten con zona de aparcamiento con más de 20 plazas deberán tener unas dotaciones mínimas para la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos. Muchos supermercados ya han iniciado estos ajustes para acoger vehículos eléctricos y convertirse en puntos de recarga. Pero, además, es importante destacar el papel de los aparcamientos de rotación con que cuentan muchos de ellos. Estos facilitan la movilidad urbana porque reducen significativamente los tiempos de desplazamiento y, por tanto, las emisiones y los ruidos. El 7 por ciento de los consumidores utiliza su vehículo privado para hacer sus compras de alimentación en los supermercados. Se trata de desplazamientos cortos –menos de 15 minutos-, lo que significa menos emisiones, menos ruido y menos atascos. Se calcula que, en este formato, se producen 1.000 millones de desplazamientos por compra en vehículo privado al año, lo que equivale a 23 desplazamientos por tienda y día.

 

  • Reparto de mercancías sostenible: Ya antes del auge del comercio electrónico en alimentación, los supermercados iniciaron la migración hacia furgonetas de reparto que usan energías limpias y establecieron una organización de las rutas destinada a optimizar los recorridos de las entregas. Además, es muy importante señalar que los supermercados utilizan vehículos de gran tonelaje para abastecer a un gran número de tiendas y lo hacen en horarios regulados para minimizar el impacto medioambiental y acústico. Un cambio hacia vehículos más pequeños (10Tn de PMA –Peso Máximo Autorizado-) supondría un incremento de las emisiones superior al 55% para todos los contaminantes estudiados (CO2, NOx, PM2, PM10, N20, CO).

 

  • Movilidad laboral sostenible: La localización, la dimensión y la oferta del formato supermercado también condiciona el modo de acceso de los trabajadores de los mismos. Los datos apuntan a que el 29,83 por ciento va a pie o en bicicleta a su puesto de trabajo; el 43,32 por ciento en transporte público y el 26,85 por ciento en vehículo privado. Por lo tanto, la sostenibilidad de los desplazamientos por motivo de trabajo también arroja buenas cifras.

 

  • Integración de planes específicos de electrificación de la última milla con las ZBE municipales: La última milla es cada vez más importante en la logística del supermercado. La electrificación o el uso de energías limpias en las flotas de vehículos es fundamental y ya está muy avanzada, pero también es necesario abrir un diálogo con las administraciones para la creación de hubs urbanos más cercanos a los puntos de entrega y la solución de cuestiones como las diferencias que se producen en las restricciones de entrada de ciudades colindantes.

La importancia de la distribución alimentaria de proximidad ha sido una evidencia durante la pandemia, cuando las personas han tenido la tranquilidad de contar con la posibilidad de hacer una compra completa, variada, de calidad y a precios competitivos muy cerca de sus casas, sin necesidad de alejarse de sus lugares de residencia. Esta ventaja social lo es también medioambiental. Cabe añadir a la compra que se hace en los supermercados el adjetivo de “sostenible” en muchos aspectos y también en el de la reducción de emisiones en los centros de las ciudades.