La distribución alimentaria ante su gran reto: una historia de diálogo institucional

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Felipe Medina, secretario general técnico de ASEDAS y socio de APRI

La crisis del coronavirus ha supuesto un reto sin precedentes para el sector de la distribución alimentaria. Como dicen los empresarios del sector, hemos tenido que cambiar en marcha las piezas de un coche que circulaba a 200 kilómetros por hora para atender las demandas de la sociedad. Dentro del proceso de transformación apresurada al que nos ha obligado la crisis sanitaria, desde ASEDAS hemos visto a las empresas hacer cosas increíbles. Entre ellas, podemos destacar la capacidad de fijar rápidamente nuevos y ambiciosos objetivos; de adaptar con velocidad medidas de protección para clientes y trabajadores y reorganizar la actividad en tiendas y almacenes para hacerlas más seguras; de participar en el trabajo colaborativo llevado a cabo por el conjunto de la cadena agroalimentaria para lograr que España haya sido el país con mayor seguridad logística; y de mantener constantemente informados a trabajadores y clientes.

Especialmente en los primeros momentos de la crisis, todo ello se ha hecho en un clima marcado por la incertidumbre y por la falta de precedentes. Pero las empresas de distribución alimentaria han conseguido responder a las necesidades de una población sometida a una gran presión y, en muchas ocasiones, anticiparse a ellas. En este entorno, la gestión de las relaciones institucionales y el trabajo coordinado y compartido con las empresas de ASEDAS ha jugado un papel fundamental para ayudar a tomar decisiones y afrontar esta crisis sin precedentes. Las líneas de comunicación que se han mantenido abiertas desde el primer momento han tenido tres grandes ejes: el institucional, el internacional y el sectorial.

En lo referente al institucional, ante una situación inédita desde todos los puntos de vista, incluido el legislativo, el constante diálogo con el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, así como con las Consejerías de Comercio de las Comunidades Autónomas, nos ha permitido trasladar a las autoridades las necesidades concretas del sector y tomar nota de la manera en que mejor podíamos ayudar en estos momentos tan difíciles. La redacción de las guías de comercio, que se han convertido en un documento fundamental para poder funcionar como sector, han sido fruto de un diálogo enriquecedor para todos y han tenido como resultado que pudiéramos transmitir tranquilidad y confianza a la población desde el primer momento.

La estructura de una organización como ASEDAS, con organizaciones territoriales en todas las Comunidades Autónomas que conocen muy bien las necesidades y características propias de cada región y que mantienen un contacto cercano con las instituciones, se ha demostrado imprescindible para actuar con eficacia en cada territorio, por ejemplo, con iniciativas de ayuda alimentaria o de colaboración con productores locales muy afectados por el cierre del sector horeca, pero también con todas las administraciones locales y las fuerzas y cuerpos de seguridad.

En el marco internacional, el contacto con organizaciones empresariales de países –como Italia- que iniciaron el confinamiento antes que nosotros nos ha sido de gran ayuda tanto para anticipar en lo posible el comportamiento del consumidor y de las autoridades sanitarias para saber qué tipo de medidas de protección se estaban aplicando en el comercio. Gracias a este intercambio, podemos decir que, en ocasiones, nos hemos podido anticipar buenas soluciones a los problemas que vendrían e incluso a la propia legislación española.

La relación con otros actores del sector agroalimentario también ha sido un factor clave para evitar que la alimentación fuera un problema añadido en esta crisis. Ello ha sido posible gracias a la colaboración y al altísimo nivel mostrado por el conjunto de la cadena de valor alimentaria. Productores, cooperativas, industria alimentaria, transportistas y distribución han funcionado como un engranaje totalmente engrasado y han demostrado que el establecimiento de relaciones estables y con bases firmes es el camino a seguir en beneficio de todos, pero sobre todo del consumidor.

Para concluir, en estos días hemos tomado conciencia de que la recuperación no se puede abordar en solitario, sino que la participación de todos los sectores de la economía, de las organizaciones empresariales y sindicales y de las administraciones en todos sus niveles –incluido el europeo- es fundamental recuperar con rapidez la actividad económica de la manera lo más amplia posible. Tras haber ayudado a otros sectores en la vuelta a la actividad durante el proceso de desescalada, ahora es momento de trabajar en el diseño de las medidas necesarias para, desde nuestra experiencia, contribuir a una rápida y eficaz recuperación económica.

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