El Acuerdo Lácteo no puede alterar la formación del precio en la cadena de valor de la leche

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Entrevista al Director General de ASEDAS para Euroganadería (Grupo Agrifood)

Euroganadería entrevista esta semana al director general de la Asociación Española de Distribuidores de Autoservicio y Supermercados (ASEDAS), Ignacio García Magarzo, que hace una valoración de la situación actual del sector de la distribución, el Acuerdo Lácteo y los retos que tiene ante sí su asociación.

Manel González.- ¿Cómo se logra el equilibrio de fuerzas en una asociación en la que comparten mesa las dos principales cadenas de supermercados del país?

I. García Magarzo.- ASEDAS es hoy la primera organización de la distribución alimentaria de nuestro país, gracias al esfuerzo y a la generosidad de las principales cadenas españolas de supermercados que, afortunadamente, no son solo dos, sino muchas más. Estamos muy orgullosos de representar, además de a cadenas de ámbito nacional, a las cadenas  regionales, que son muy representativas de la distribución en España y, también, a centrales de compras y a empresas internacionalizadas. Creo que, ante esta diversidad, lo que hacemos día a día es llevar a la práctica una visión compartida por todas ellas, que trata de  hacer más fuerte el sector y lograr un equilibrio entre lo que aporta a la sociedad, que es mucho, y lo que ésta percibe de él y la influencia que tiene en las decisiones que nos afectan.   Gracias a esta visión, las empresas que forman ASEDAS cada vez son más y más relevantes y representan hoy 2 terceras partes (66,7%) de la superficie de venta de alimentación en distribución moderna de España.

M. G.- ¿Cuáles son las prioridades de ASEDAS en este 2016?

I. G. M.- Nuestra principal prioridad es estar a la altura de nuestras empresas y seguir defendiendo sus  intereses en todos los ámbitos en los que somos útiles. Este año debe servir para consolidar la recuperación del consumo en alimentación, tras años de crisis económica en las que todas las empresas del sector agroalimentario han demostrado una gran madurez para adaptarse a las nuevas necesidades y demandas de los consumidores. La cadena agroalimentaria es el segundo sector de nuestra economía y asegurar su sostenibilidad es un requisito esencial para garantizar el futuro bienestar de la sociedad. Desgraciadamente, nuestra falta de visión de cadena no ha permitido hasta ahora que la sociedad perciba la importancia que esta tiene. Por su parte, la crisis ha puesto de manifiesto cambios muy profundos en el consumidor y, ante ellos, sólo una cadena que coopere tendrá la capacidad y la flexibilidad para adaptarse a esos cambios y, así, asegurar su futuro. Se ha avanzado muchísimo en este aspecto en los últimos años, pero aún hay mucho trabajo por hacer. Es responsabilidad de todos construir una cadena agroalimentaria de valor compartido para el futuro.

M. G.- Las grandes empresas están reforzando su estructura. Hace unos días se anunciaba que Alcampo y Simply han ampliado su acuerdo con Euromadi, que se incorporará como distribuidor adherido. ¿Qué suponen movimientos como este para el conjunto de la cadena agroalimentaria?

I. G. M.- El sector de la alimentación y el gran consumo es un sector muy competitivo y de márgenes muy reducidos. Las empresas de distribución trabajan cada día por “conquistar” al consumidor, y para ello hay que ser enormemente eficiente. Este tipo de alianzas se explican precisamente desde la necesidad de ser más competitivos y eficientes para servir cada día mejor a un consumidor que evoluciona, modifica permanentemente sus hábitos de consumo, y demanda productos de calidad, absolutamente seguros, a precios razonables y, a ser posible, a pocos metros de casa.

M. G.- Esta semana se cumplen 5 meses de la firma del Acuerdo Lácteo. ¿Por qué cree usted que entre los ganaderos se mantiene una percepción de fracaso en cuanto a los precios pagados a pesar de que las principales cadenas de distribución han hecho sus deberes?

I. G. M.- En nuestra opinión, el Acuerdo del pasado mes de septiembre es una herramienta muy útil para aunar esfuerzos colectivos para alcanzar la sostenibilidad del sector lácteo. Aunque algunos de sus efectos ya se han hecho notar, otros deben notarse en los próximos días, semanas o meses. Tal y como reconoce el Ministerio de Agricultura en su primer informe de seguimiento, la disposición de colaborar y trabajar por parte de las empresas de distribución ha sido muy importante, más, incluso, que la de otros eslabones. Por el contrario, el acuerdo lácteo no puede contribuir de ninguna forma a alterar la formación del precio en la cadena de valor de la leche y los productos lácteos. Además, el precio que percibe un ganadero depende de una gran cantidad de factores que no conviene obviar, entre ellos, las decisiones sobre política sectorial tomadas en Bruselas, la reducción de las importaciones de leche en polvo por parte de China, el cierre de las fronteras prolongado un año más por el veto ruso, los incrementos de producción masivos en toda Europa tras el fin de las cuotas, el grado de asociacionismo de los ganaderos en las distintas zonas de producción, etc. En este contexto, es difícil pensar que un acuerdo como el firmado el pasado 23 de Septiembre pueda lograr, por sí solo, solucionar un problema de precios en origen que, sin duda, hay que abordar con otro tipo de políticas estructurales.

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M. G.- Casi medio año después, ¿es realmente posible encontrar una solución que contente a todas las partes de la cadena?

I. G. M.- La solución al problema es compleja. Una vez más, la capacidad de planificación y previsión del sector lácteo en su conjunto ha resultado insuficiente. Las asociaciones y empresas de la cadena agroalimentaria han demostrado ya en muchas ocasiones una gran madurez en la gestión conjunta de situaciones de crisis. Sin embargo, no logramos coordinarnos para planificar el futuro y programar posibles soluciones ante cualquier problema que se ve venir a medio plazo. Nos ocurre aquí, y nos pasa sobre todo en Europa, donde seguimos sin tener una estrategia coordinada del conjunto de la cadena, que provoca que otros países nos lleven la delantera y terminemos encajando con resignación decisiones negativas para los intereses del conjunto del sector. No debemos caer en el error de intentar buscar soluciones locales a un problema de origen global como es el del sector lácteo.

M. G.- ¿Qué importancia tienen las unidades de productos frescos en las grandes superficies de nuestro país?

I. G. M.- Las empresas de supermercados de ASEDAS trabajan día a día por ofrecer un surtido adaptado a las necesidades y demandas de los consumidores, donde los productos frescos ocupan un papel crucial en el desarrollo de su actividad. El porcentaje que suponen las ventas depende de cada empresa y formato, sobre todo si tenemos en cuenta que en un supermercado de tamaño medio caben de 8.000 a 10.000 referencias. En todo caso, los frescos son unos productos esenciales que no pueden faltar en el lineal ya que, su ausencia, -por ejemplo por un problema logístico- provoca no sólo la pérdida de la venta del producto, sino la del carro completo.

Además, conviene tener en cuenta que los productos frescos representan una marca de calidad en sí mismos. La valoración que de ellos tienen los consumidores es alta. Manejarlos bien y ofrecerlos en las mejores condiciones posibles a los consumidores, reduciendo las mermas, es una de las tareas en las que las empresas de la distribución ponen mayor empeño. Dichas empresas hacen verdaderos esfuerzos por ofrecer al consumidor toda la información disponible de la mejor forma posible.

M. G.- Japón está estudiando el modelo de los supermercados españoles y buscando fórmulas para importarlo. ¿Qué lo hace tan atractivo?

I. G. M.- Tanto en Japón como en España, la población ha cambiado muy rápidamente y las empresas de supermercados han sabido responder a estos retos. En España, se han agrupado para competir en precio, han diseñado modelos de tienda que les permiten satisfacer todas las necesidades de los clientes haciendo valer la proximidad, han crecido para obtener ventajas logísticas y han sabido incorporar rasgos del comercio tradicional para vender los productos frescos que desea el consumidor. Hoy, los supermercados españoles lideran en mercado de alimentación y son, sin duda, un caso de éxito que se estudia en todo el mundo. Trabajan en un formato de tienda que va desde los 400 a los 2000 m2 situadas en zonas urbanas, lo que permite que el 85% de los clientes acudan andando a los establecimientos, y que lo hagan une media de 16 veces al mes. Así consiguen que 5 millones de personas entren diariamente en alguna de sus tiendas. Este es precisamente el atractivo de nuestro modelo, que hace que sea estudiado en muchos lugares, incluido Japón.