Competitividad, eficiencia y proximidad. Claves para el futuro de la distribución alimentaria

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La Distribución alimentaria y los retos del futuro para entrar en la nueva economía. Columna publicada en el diario Expansión

La distribución alimentaria de nuestro país está preparada para actuar, con el resto de eslabones de la cadena, como motor de desarrollo económico y progreso social en nuestro país, además de poder ayudar a España a convertirse en uno de los líderes del futuro del sector agroalimentario en Europa. La fuerza de la distribución alimentaria está en su alto grado de competitividad y eficiencia, y en dar al consumidor todos los productos que demanda muy cerca de sus casas, ya que debemos recordar que en España existen casi 55.000 puntos de venta donde comprar productos de alimentación.

Pero no nos debemos conformar, y para ello tenemos que seguir evolucionando y tomando como referencia las cada vez mayores exigencias del consumidor. En nuestro caso, el de la distribución alimentaria, tenemos un reto de ayer, hoy y mañana y que es uno de los pilares de nuestro trabajo: el ofrecer alimentos seguros y saludables y satisfacer las demandas del consumidor acerca de la información de los alimentos. A este respecto, el Reglamento Europeo de información al consumidor, en el que hemos estado involucrados desde el primer momento, es sólo el comienzo de una mejora continua en la que nuestro clientes son el eje central.

Además, también tenemos la obligación de que los 5 millones de clientes que diariamente entran en nuestros supermercados tengan una cesta de la compra completa sin aumentar su coste. Para ello debemos seguir incrementando la eficiencia de toda la cadena. Esto pasa por el trabajo coordinado de la distribución, los productores y la industria transformadora, con más compromiso de todos en, por ejemplo, unos contratos más estables o un sector primario más competitivo.

Por último, desde Asedas solicitamos a las Administraciones Públicas normas eficaces que ayuden a las empresas a realizar su trabajo mejor y que no se identifiquen por su afán recaudatorio o por crear normas en contra de modelos de negocio establecidos y eficientes. Por desgracia, tenemos el ejemplo de figuras impositivas disfrazadas de “verdes” en varias comunidades autónomas y de ideas incompatibles con nuestro modelo, y que incrementarían el coste que pagaría el consumidor sin darle ningún beneficio a cambio.

Y por último añadir que todo esto no resta para que  estemos obligados a dar un paso más allá para cumplir el reto que nos va a proponer, a toda la sociedad, la Comisión Europea con la transformación hacia una Economía Circular que condicionará nuestra manera de comprar y vender. Un uso más responsable de los recursos naturales limitados, de las materias primas y la búsqueda de la eficiencia de los residuos pasa por una mayor colaboración entre los operadores económicos y la implicación de los consumidores.