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Antes y después de la pandemia

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Artículo de Ignacio García Magarzo, director general de ASEDAS, publicado en Qcom.es

La inédita situación creada por el Covid-19 y el esfuerzo extraordinario al que han estado sometidas las empresas de supermercados durante el año 2020 hacen que cualquier análisis relativo al consumo esté marcado, necesariamente, por el paréntesis que ha supuesto el año de la pandemia. La valoración del periodo en que nos encontramos, donde, sin poder hablar todavía de época post-pandémica, nos acercamos a ciertos niveles de normalidad en los hábitos de consumo de alimentación, hace que cualquier referencia futura sobre su evolución tenga que compararse, al menos inicialmente, con sobre las cifras de 2019.

Algunas tendencias sí parece que se están afianzando, si atendemos a la primera mitad de este año 2021. La respuesta que el supermercado de proximidad ha sabido dar a los consumidores durante los meses anteriores hace que los valores que éste representa sigan recibiendo la confianza mayoritaria de los clientes. La cercanía al hogar se afianza como un activo. Éste permite, al mismo tiempo, realizar una compra completa a pie, que es lo que hace el 90 por ciento de los clientes de los supermercados, y consolida la confianza, la seguridad, el surtido y los precios competitivos como los grandes valores del supermercado de proximidad.

El comercio electrónico en alimentación también se manifiesta como un complemento que aporta valor añadido a la compra en tienda física, en lo que definimos como “proximidad digital”. Nuestro V Observatorio de Comercio Electrónico en Alimentación, que realizamos junto con las Universidades Complutense y Autónoma de Madrid, y que este año hemos llamado “Nuevas normalidades”, así lo confirma. De hecho, casi el 90 por ciento de los consumidores encuestados que comenzaron a comprar alimentación online durante la pandemia, asegura que lo seguirá haciendo cuando ésta desaparezca, al tiempo que lo seguirán complementando con la tienda física. Y esto es válido también para los productos frescos, cuya demanda ha subido 7 puntos, a pesar de seguir siendo los productos que el consumidor prefiere adquirir en tienda.

Lo que corresponde ahora es analizar, tomar conciencia y aprovechar de cara al futuro las enseñanzas que nos deja 2020: la demostración de la excelente cadena de valor agroalimentaria con la que contamos, la seguridad de que en ningún lugar de España faltará un suministro de alimentación completo, seguro y a precios competitivos, la fortaleza de la innovación tecnológica que en materia de logística y gestión de surtido nos sitúa entre los primeros de Europa y el gran valor de nuestro capital humano, sin el cual nada de lo anterior es posible.

Por el momento, la lenta recuperación del turismo sigue siendo una sombra que planea sobre la distribución mayorista –como ya ocurriera en la pasada Semana Santa- y sobre los aproximadamente 3.500 supermercados focalizados en el servicio al turista extranjero. Esto significa que todavía queda un largo camino para poder hablar de normalidad en el consumo y la distribución con base alimentaria debe seguir muy atenta para responder, cada día, a las necesidades de los consumidores sean cuales sean las circunstancias del entorno económico y social.