Los supermercados situados en municipios de menos de 4.000 habitantes son los protagonistas del verano

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El verano atípico que estamos viviendo ha puesto en valor la función social y económica que cumplen los supermercados situados en municipios de menos de 10.000 habitantes. La opción de privilegiar las segundas residencias o familiares frente a otros destinos y la generalización del teletrabajo hace que estas localidades estén registrando importantes incrementos de población. Ante esta situación, las tiendas de gran consumo están garantizando el servicio fundamental del acceso a la alimentación, crucial tanto para fijar población como para atraer y mantener visitantes.

El retrato del consumo en el “supermercado rural” en este verano 2020 sigue la tendencia que se ha visto durante la pandemia: un ticket medio mayor que el verano anterior como consecuencia de una cesta de la compra más voluminosa ante la mejor frecuencia de compra. En todo caso, el número de visitas de los consumidores a estas tiendas cae menos que en las localizadas en zonas urbanas. El incremento de ventas tanto en valor como en volumen en este tipo de establecimientos se sitúa en torno al 15%.

Los supermercados que están recibiendo una mayor afluencia de público son los situados en municipios de menos de 4.000 habitantes, con una distancia a la costa de más de 100 kilómetros y con una sala de ventas inferior a los 450 metros cuadrados. La gran mayoría pertenecen a cadenas regionales, cooperativas y franquicias, que cumplen una función fundamental de creación de empleo y actividad en dichas zonas.

Se calcula que el entorno rural, considerando a los municipios de menos de 10.000 habitantes, tiene disponible una red de 6.810 establecimientos de distribución moderna de alimentación. Casi el 80% de la superficie de venta de estos establecimientos rurales son gestionados por socios de ASEDAS, Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados. Si nos centramos en la franja de los municipios de menos de 2.000 habitantes, los operadores vinculados a ASEDAS gestionan el 90% de los puntos de venta.

En cuanto al surtido buscado por la población que se desplaza, destacan los productos locales (como embutidos, carnes y frutas y hortalizas de temporada; además de conservas de todo tipo y productos de pastelería tradicional); todos ellos ocupan un especial protagonismo en los supermercados y autoservicios rurales. Para dar respuesta a esta demanda, las cadenas regionales trabajan estrechamente durante todo el año con los productores de la zona, encontrando en sus productos argumentos de diferenciación que fomentan la competencia; en verano, éstos son, además, un especial atractivo para los visitantes, que incluso hacen acopio cuando es posible para disfrutarlos en los meses de invierno.

Además, las centrales de compra aseguran el acceso de los supermercados rurales a todo tipo de productos de alimentación e higiene personal y del hogar que permiten a los clientes hacer una compra completa, variada y a precios competitivos. Ésta es, precisamente, una de las condiciones que asegura el acceso a una cesta de la compra completa y variada en estas zonas. Esto es importante para garantizar la igualdad de acceso –tanto en surtido como en precio- a todo tipo de productos también las zonas más despobladas.

La capilaridad logística es fundamental en este escenario porque los supermercados rurales son, en general, pequeños establecimientos sin espacio de almacenamiento, por lo que la rotación de los productos y el abastecimiento diario es fundamental.