Los hombros que aguantan el día a día de una España al ralentí

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ABC analiza el trabajo de algunos de los sectores esenciales durante la crisis del COVID-19, entre ellos, la labor de los empleados de los supermercados y otros eslabones de la cadena agroalimentaria.

Los hombros que aguantan el día a día de una España al ralentí

Alimentación, transporte, energía, banca… son los sectores que mantienen vivo el país cubriendo las necesidades más básicas

Estos gremios temen la incertidumbre por encima de todo y denuncian la falta de protocolos y ayudas por parte del Gobierno

Daniel Caballero

FOTO: Mercamadrid, de madrugada, esta semana – MAYA BALANYA

«Haremos lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta». Pedro Sánchez no es Mario Draghi pero estas semanas se ha enfundado su traje. El expresidente del BCE tiene ya unas cuantas líneas en la historia por su famoso «whatever it takes…» («Lo que sea necesario») y el jefe del Ejecutivo español está por seguir sus pasos, a pies juntillas, para lanzar el mensaje de que todo está previsto y cubierto. Las palabras del banquero italiano bastaron para levantar a los mercados; no ha ocurrido tanto así con Sánchez, pese a su ahínco. Repetición, repetición y repetición, sin el efecto esperado. Por el camino, en su «whatever it takes» a la española, se han quedado la Bolsa, los autónomos, los empleados en ERTE… España se para; España se va a casa; España teletrabaja. Aunque hay quien no puede permitirse bajar de revoluciones el motor. El estado de alarma tiene sus héroes entre la sanidad pero hay muchos otros invisibles (¿invisibilizados?) que mueven las ruedas del país, aunque sea a base de empujar. Son los agricultores, los ganaderos, los cajeros, los «gasolineros», los banqueros de oficina, los camioneros, los «riders», los carniceros… Sobre ellos está el día a día de esta España al ralentí.

ABC ha contactado con esos trabajadores que impiden el frenazo completo y con sus patronales. El mensaje de todos ellos es idéntico en el fondo de sus palabras: el servicio y el abastecimiento están garantizados. No por el Gobierno sino por ellos, por su esfuerzo diario de tener que ir a trabajar para que el ciudadano de a pie pueda seguir adelante. Y también todos ellos piden más apoyo económico, fiscal y laboral del Ejecutivo en estos tiempos de incertidumbre, más allá del último decreto económico que en muchos ámbitos se queda a medias -dicen- para con estos sectores. Si abren oficinas y tiendas pero apenas hacen facturación, el drama está servido, cuentan. Sin olvidar la falta de protocolos para cada ámbito de actividad concreto, aunque sí hay una guía general del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.

Todo forma parte de una cadena bien engrasada que empieza en las tierras y que suma más de 2,5 millones de trabajadores.

Trabajadores a pie de tierra

El campo es el primer eslabón. Miguel Blanco, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), da buena cuenta de su inquietud: «Lo estamos viviendo con mucha preocupación porque es una pandemia que nos afecta a todos, a la salud pública. Los hombres y mujeres del campo, del medio rural, están en lugares más aislados y tienen una transmisión del virus más lenta, pero también contamos con que hay mucha gente mayor en el sector agrario. Son personas de mayor riesgo y la preocupación es bastante grande». Concretamente, hay 793.900 trabajadores del campo, según la última EPA del cuarto trimestre de 2019. Desde 2008 la fuerza laboral de este sector se ha reducido un 8,76%, y los mayores de 55 años solo lo ha hecho en un 1,33%. Cada vez son más los de edad avanzada. Además, a ello se le une que tienen ya dificultades para incorporar empleados que vienen de fuera debido a las restricciones y que tan importantes son para la recolección.

Así las cosas, el representante de la patronal del ramo destaca la necesidad de garantizar el suministro de alimentos: «No podemos añadir a un problema sanitario tan grave, un problema alimentario, lo que sería un problema monumental». Por ello, han solicitado al Ministerio de Agricultura vía libre para acudir a sus puestos trabajo y, especialmente, el mantenimiento de los suministros como piensos, fertilizantes, etc. necesarios para el campo.

La carretera siempre cumple

Tras las tierras aparecen las ruedas. Los transportistas, especialmente esos camioneros que se echan a las carreteras españolas y foráneas para llevar la materia prima al supermercado. Juan José Gil, secretario general de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer), señala que el decreto aprobado no da solución a los problemas del día a día. Por ejemplo, en el gremio se siguen quejando de que no pueden comer caliente ni asearse por el cierre de estaciones de servicio, que ya se ha ido solucionando paulatinamente. Algo menos de medio millón de camioneros que creen que están poco considerados por la sociedad, y por el presidente del Gobierno. Han pedido un plan de seguridad para el sector y eliminar las obligaciones de descanso, una petición -esta última- que ya ha sido atendida. «Realizamos una labor esencial y garantizamos el transporte en toda España», clama Gil. Asimismo, desde UNO, la patronal logística, reclaman al Ministerio de Sanidad que los transportistas sean considerados como el segundo gran grupo, tras los sanitarios, receptor de mascarillas, guantes y geles; de lo contrario, tal como avisaron el jueves, podría llegarse a una situación de cortes en la cadena por falta de seguridad sanitaria.

Desde la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (Ceees), su presidente Jorge de Benito echa un capote a esos transportistas -que son más de un millón sumando tierra, mar, aire y servicios auxiliares-: «Más allá de haber abierto todos los aseos, muchos de nuestros compañeros han tenido que cerrar la cocina; lo que están haciendo son bocadillos para los transportistas. Funcionamos a pleno rendimiento con todo lo que se nos pide». Otros 65.000 empleos que, por ejemplo, en Cantabria están lavando gratis los vehículos de servicios esenciales. Lo que no quita para que también vivan su particular crisis: «Un compañero de Extremadura nos dijo que en un día había vendido nada más que 100 litros de combustible, cuando lo normal está entre 5.000-6.000 litros diarios». Por ello, reclaman ayudas económicas ante el desplome de la demanda mientras siguen abiertos por ser «fundamentales».

La banca ve reducida su actividad en al menos un 60%

La banca es otro de los sectores que no paran por su condición de esencial. Sin efectivo, especialmente los mayores, no hay compras. Cada entidad financiera ha tomado sus propias decisiones de reducción de horarios y personal en oficina pero, en general, mantienen su actividad y servicio al público. Sedes centrales en teletrabajo pero oficinas abiertas. En este sentido, ya se han dejado notar los primeros efectos en su operativa presencial. Fuentes del sector financiero apuntan a que las entidades han reducido entre un 60 y un 70% su actividad presencial. Los usuarios ya no acuden tanto al establecimiento físico sino que se ha aumentado particularmente el servicio por teléfono y por internet. «La principal prioridad de los bancos es mantener el servicio a sus clientes y ayudarlos ante la compleja situación actual derivada del coronavirus, al mismo tiempo que se refuerza la seguridad de sus empleados. Los bancos garantizan el acceso a los servicios financieros bajo los diferentes canales alternativos que ofrecen los bancos», explican fuentes de la Asociación Española de Banca.

Comprar con moderación

Una vez recogida la comida del campo y transportada por el frío y desierto asfalto, llega a las grandes ciudades como Madrid, la urbe con mayor incidencia por el coronavirus. Supermercados y comercios tradicionales/especializados son de las pocas tiendas abiertas. Las imágenes de una marabunta de gente comprando en los supermercados abrieron todos los medios de comunicación. «Han ocurrido dos cosas: un cambio de hábitos de vida, porque antes comías fuera y ahora tienes en casa incluso a los niños; y luego la reacción por cierto miedo, que también ha justificado ese pico», explica Felipe Medina, secretario general técnico de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas). Desde la patronal destacan el compromiso de los trabajadores del gremio: «Un médico está preparado toda su vida para estar ahí si vienen mal dadas pero un empleado de supermercado quizás nunca hubiera imaginado trabajar en estas circunstancias; no han tenido tiempo para prepararse psicológicamente, aunque han reaccionado con una entrega y una vocación de servicio enormes».

La misma «psicosis» ocurrió, por ejemplo, en carnicerías de barrio. Aluviones de gente en busca de llenar la despensa con cuanto más mejor. Carlos Rodríguez, presidente de la Confederación Española de Detallistas de la Carne (Cedecarne), destaca que esa situación ya no se está dando, aunque sí detectan un aumento importante de pedidos a domicilio y una ligera explosión del canal online. La población tiene miedo y prefiere no salir de casa. Así, en este escenario, desde la patronal de la carne se quejan de que han dejado tirados a muchos autónomos y que les falta un protocolo de actuación para su gremio. Tiran como pueden, dicen, y reclaman su pastel de reconocimiento: «Se han olvidado de nosotros», cuenta Rodríguez.

Todos los sectores a una para que España pueda seguir comiendo; para que España pueda seguir funcionando; para que España pueda salir con fuerza. Mauricio García de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), lo pone de manifiesto: «La industria de alimentación y bebidas tiene una importancia vital. Podemos decir que hay casi una empresa del sector en cada ciudad y pueblo de España y nuestra actividad está muy arraigada en todo el territorio». La mercancía está garantizada, dicen, y exigen al Gobierno facilidades para poder trabajar. La España que sigue a pie de tienda, a pie de tierra, a pie de camión, que confía en el «whatever it takes» del presidente Sánchez.

Publicado el 26 de marzo de 2020.

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