Casi la mitad de la comida que se tira a la basura procede de los hogares

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Los supermercados advierten que ya donan la mayoría de los alimentos aprovechables

Noticia publicada en la Voz de Galicia el 21/3/16

Ocho de cada diez familias acaban tirando los alimentos que compran. En total, los hogares españoles arrojan cada año a la basura una media de 1,32 millones de comida que se acaban convirtiendo en desperdicios. Es un problema grave de compleja solución que ha movilizado a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que ha iniciado una campaña de recogida de firmas para impulsar una ley que le ponga remedio, lo que también acaban de solicitar en sus respectivos parlamentos el PSC, en Cataluña, y Compromís, en Valencia. Todos, en líneas generales, coinciden con el modelo: aplicar la normativa que Francia ya ha aprobado y que prohíbe a los supermercados, entre otras medidas, tirar o destruir los productos que no vendan y a donarlos a organizaciones sociales o bancos de alimentos, además de obligar a los restaurantes a disponer de fiambreras para que los clientes puedan llevarse los platos que no consuman.

La cuestión, sin embargo, es otra. ¿Hasta qué punto el grueso de estas medidas serían eficaces en España? Tanto las asociaciones de restauradores como de distribuidores consultados por La Voz se han mostrado dispuestos a colaborar para mejorar la situación, pero advierten, al mismo tiempo, que su margen es escaso, ya que la mayor parte de estos desperdicios se generan en el propio hogar. Un estudio de Eurostat, de hecho, revela que el 42 % de la comida que se tira procede de las familias, mientras que las empresas de producción son responsables del 39 %; los restaurantes, del 14 % y los supermercados del 5 % de este tipo de depósitos. En España, este último dato es incluso mucho menor. Un estudio realizado por la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) entre todos sus asociados, que se presentará en breve, demuestra que en estos centros se tira menos del 1 % del total de los alimentos desaprovechados.

«Todas las iniciativas que mejoren la situación son dignas de tener en cuenta y nosotros las apoyaremos, pero una legislación que obligue a las empresas de alimentación a donar más productos no nos parece necesaria por el enorme esfuerzo que ya llevamos haciendo estos últimos años y porque el foco del problema está en los hogares, y ahí es donde habría que poner el énfasis, con campañas de concienciación ciudadana», explica Ignacio García Magarzo, director general de Asedas.

Donaciones sistemáticas

En los últimos seis años, coincidiendo con la crisis, la inmensa mayoría de los supermercados y distribuidores españoles han incorporado de forma sistemática la donación de alimentos a entidades sociales y oenegés. A este apartado se dirigen los alimentos en buen estado que no se venden por un fallo en el cálculo en el aprovisionamiento de las superficies o aquellos cuyos envases están dañados, pero que mantienen sus propiedades. El resto de los productos sobrantes son perecederos que ya están deteriorados u otros caducados que no se puede suministrar a otras personas por motivos sanitarios. En total, la industria aporta de forma solidaria entre 12.500 y 13.000 toneladas de alimentos al año. «La donación está al límite», constata García Magarzo.

Otro problema es el de la propia capacidad de las entidades que reciben la comida, que deben contar con una adecuada logística de transporte e infraestructuras con cámaras de frío para que la comida pueda llegar en buen estado a los beneficiarios finales. Y no todas las entidades tienen capacidad para reunir estas condiciones. «Debemos reconocer que las entidades sociales han hecho un extraordinario esfuerzo en estos últimos años para superar estos límites, pero también es cierto que el sistema de distribución es muy rápido y las entidades no siempre tienen capacidad para recoger los excedentes», advierte Ignacio García.

«A los clientes aún les da vergüenza llevarse la comida en una fiambrera»

El proyecto de ley presentado por el PSC en Cataluña también propone la obligatoriedad de que los restaurantes ofrezcan fiambreras a sus clientes para que puedan llevarse a casa la comida que no consumen. Es una iniciativa que, en el caso de Galicia, los hosteleros acogen de forma favorable. Es más, la asociación de A Coruña firmó un convenio hace unos años con el Ayuntamiento para desarrollar la campaña Coru ñam¡, por la que se facilitaba la entrega de táperes y bolsas reciclables a los consumidores para que pudieran llevarse los platos sobrantes a sus casas, a la vez que se les concienciaba sobre la necesidad de no desperdiciar alimentos.

La escasa sensibilización social es, de hecho, uno de los problemas con que se encuentran los restauradores. «Es muy duro tirar la comida a la basura, terrorífico. A nosotros nos encantaría que se la llevasen a casa, primero porque la han pagado y tienen todo el derecho a ello, y luego porque ¡qué mejor publicidad para nosotros que la compartan con sus familiares! Pero la mayoría de los clientes no lo hace porque les da vergüenza», argumenta Héctor Cañete, presidente de la Confederación de Empresarios de Hostelería de Galicia.

Para revertir la situación, Cañete apuesta porque campañas de sensibilización como las realizadas en A Coruña tengan continuidad. También advierte que si cualquier cliente les pide un táper «se lo damos sin problema».

Frutos secos, pan y verduras, los que más se desechan

Frutos secos, pan fresco y verduras. Son los productos, fundamentalmente perecederos, que los españoles más tiran a la basura, según los datos de un estudio encargado por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente. En total son algo más de 14 millones de hogares, el 81,1 % del total, los que acaban tirando los alimentos a un contenedor sin ni siquiera haberlos preparado, un problema que revela una mala planificación a la hora de realizar las compras.