El valor de la tecnología en la distribución alimentaria

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La irrupción de las nuevas tecnologías en la economía, lo que llamamos la transformación digital, también llama a la puerta de la distribución. La adaptación al entorno digital debe tener en cuenta la sostenibilidad económica, social y medioambiental del modelo de supermercado y también respetar los valores de cercanía, calidad y precio que lo han convertido en el formato preferido por los españoles. A ellas hay que añadir propuestas de valor definidas por el servicio que demanda el cliente como, por ejemplo, la comida preparada, el servicio a domicilio o la atención personalizada.

La introducción de la tecnología en todos los procesos del supermercado -desde las relaciones con los proveedores hasta las relaciones con los consumidores, pasando por la logística-, debe estar soportado por un plan definido que consiga determinar qué avances aportan valor y mejoras al actual sistema.

Una de las grandes ventajas de la tecnología es la capacidad de conocer mejor al cliente para darle un servicio a medida de sus necesidades. Esto se traduce en conceptos como la omnicanalidad –llegar al cliente a través de los canales que éste demanda pero sin olvidar la eficiencia y la sostenibilidad- o el big data, que nos permite construir a lo largo de la cadena agroalimentaria relaciones estables, duraderas y basadas en propuestas de valor para el consumidor.

En lo referente al comercio electrónico, por supuesto, nos enfrentamos al problema todavía no resuelto de la entrega a domicilio. Éste nos plantea retos relacionados con el medioambiente y la movilidad urbana; con el imperativo de dar un servicio homogéneo a todos los consumidores vivan donde vivan; y con la necesidad de no incrementar los costes de la alimentación ni dañar el equilibrio económico de las empresas.